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El control de olores en el agua residual

Una de las características del agua residual es su olor. A nadie se le escapa que el olor del agua residual no resulta agradable. El problema estriba en que no existe un aparato indicador del olor por lo que hay que someter a la realización de medidas sucesivas de olor en muestras tomadas del agua residual para indicar una medida que nos permita conocer la magnitud deseada. 

Para caracterizar un olor en el agua residual se precisan cuatro factores como son la intensidad, el carácter, la sensación de desagrado y la detectabilidad aunque sólo este último factor es utilizado en el desarrollo de normativa reguladora. 

La detectabilidad se define como la mínima concentración de sustancia capaz de provocar una respuesta olfativa en nuestro medio detector denominado epitelium situado en el interior de la nariz. 

1. Características del agua residual fresca.

El agua residual fresca se caracteriza por contener suficiente oxígeno disuelto como para evitar la formación de compuestos anaerobios originándose, si cabe, la generación de olores debido a vertidos industriales o compuestos oxidados. Estos últimos son generadores del típico olor a humedad de las cubas de aireación. 

2. Generadores de olores.

Se distinguen tres clases de compuestos susceptibles de la generación de olores: 

– Orgánicos: entre los que se hallan los mercaptanos, aminas, ácidos orgánicos y alcoholes. Están muy presentes en los vertidos industriales, por lo general, aunque son el resultado de la dieta humana. 

– Inorgánicos: dentro de los que se incluyen el amonio y el sulfuro de hidrógeno. 

– Por último, existen los llamados productos intermedios, inevitables en el agua residual y procesos de tratamiento de la misma, que cuando se combinan y emiten en cantidad suficiente provocan el típico olor a humedad del agua residual. 

3. Condicionantes de la producción de olores.

Existen una serie de condicionantes que influyen en la emisión de los compuestos olorosos a la atmósfera de los colectores entre los que destacan los siguientes: 

– Oxígeno disuelto: El agua residual con una elevada concentración de oxígeno tardará más en llegar a la fase de agotamiento de oxígeno. 

– DBO: Aumentos en la concentración de DBO pueden provocar un agotamiento más rápido del oxígeno disuelto. 

– Velocidades de flujo: Influyen en la prevención de aparición de los olores en los colectores, así como en la prevención de la generación de sulfuro. 

– pH: Puede afectar significativamente a la liberación de los compuestos olorosos a la atmósfera. 

– Temperatura: Las tasas de reacción dependen de la temperatura. Normalmente, la tasa de utilización de oxígeno se duplica cada 10ºC. 

– Sulfato disuelto: Es el compuesto que las bacterias reducen para formar sulfuro. 

– Nitrato disuelto: A altas concentraciones pueden mitigar las tasas de generación de sulfuro. 

– Metales disueltos: Casi todos los metales reaccionan con el sulfuro disuelto generando sulfuros insolubles. 

4. Métodos para el control de olores.

Ya se ha visto que la presencia de algunos compuestos en el agua es la que provoca la problemática de los olores en la misma. Para controlarlos, existen varios métodos: 

– Un primer método de control consiste en la limitación de las emisiones de los compuestos causantes del olor, para lo cual se propone la adición de sustancias o reactantes químicos capaces de inhibir el compuesto previamente a su emisión a la atmósfera. 

– Otro método corresponde a los sistemas encargados del aire con el fin de eliminar aquellos compuestos que originan el olor. 

– Por último, se encuentran aquellas sustancias capaces de enmascarar los malos olores sustituyéndolos por otros nuevos. Dentro de este tipo, se hallan los reactivos que tratan de incidir sobre el contenido en sulfuro de hidrógeno que es el principal causante de la producción de olores.

Básicamente, los reactivos utilizados son: 

Oxígeno: 

Este reactivo puede añadirse en forma pura, cuando se inyecta en tuberías a presión, o a partir del aire. El posible inconveniente detectado se produce cuando se utiliza de manera inadecuada, lo cual agrava el problema de los olores por arrastre del sulfuro de hidrógeno por medio de las burbujas de gas. 

Nitrato de sodio: 

Utilizado en lagunas anaerobias, así como en depósitos de almacenamiento de fangos. El excesivo uso de este reactivo podría elevar los niveles de nitrógeno del agua residual. 

Peróxido de hidrógeno: 

Utilizado para convertir el sulfuro en azufre elemental mediante reacciones lentas entre el sulfuro de hidrógeno y el peróxido de hidrógeno, su aplicación es muy extendida en las estaciones de bombeo.

Ozono: 

Se ha hablado ya de este reactivo en el capítulo dedicado al postratamiento con desinfección. El inconveniente encontrado es la delgada zona de aplicabilidad del reactivo ya que se trata de un reactante altamente inestable.

Cloro e hipoclorito de sodio: 

En el mismo capítulo al que se hace referencia en el punto anterior se comenta el uso del cloro como agente desinfectante.

Permanganato potásico: 

Es un reactivo oxidante muy importante sobre el control de la producción de olores debido a la eliminación de compuestos indeseables.

Sales de hierro: 

Efectuándose la dosificación sobre las sales por medio de la formación de una solución cuyo manejo y dosificación es sumamente delicado.

Otros métodos de control: 

Se trata de sustancias provenientes de marcas comerciales y cuya aplicación se produce siguiendo las fichas correspondientes.